1-27. Guerra civil en Asgard

Asgard, Yggdrasil.

 

—¿Fueron ustedes también convocados por nuestro padre Odín?— preguntaba Thor mientras caminaba hacia la puerta en Valhalla que llevaba al trono del patriarca nórdico.

Tres dioses se encontraban ahí de pie, uno de ellos era el hermoso Freyr que continuaba con su túnica solo cubriendo sus partes púdicas, y brillando cual deidad divina.

La segunda era una hermosa diosa de cabellos rizados rubios con un coqueto sombreado rosado. Vestía un vestido blanco con un escote apretado, broches dorados y una apertura en la falda que se podían verse sus blancas piernas bastante torneadas, las cuales estaban adornadas con unas zapatillas doradas. Su cuello tenía un hermoso collar dorado con una piedra con forma de fuego. Además, a sus espaldas, la cubría una capa de plumas oscuras.

Finalmente, el último dios no tenía su brazo derecho, pero tenía todo un porte de general. Su cabello era negro y corto, al estilo romano, además que su rostro tenía varias cicatrices. Lucía un conjunto típico de la gente que vivía en noruega con una camisa rojiza y unos mallones negros. Portaba también una espada de color rojo, posiblemente de tantos combates que había presenciado.

—Así es Thorsito, al igual que mi hermanita y Tyr ♬— respondió el hermoso dios Freyr.

—Finalmente sabremos por qué nuestro padre había estado desaparecido tanto tiempo— dijo Tyr, el dios manco.

—Se nos dijo que era urgente que viniéramos, posiblemente veremos el problema con Loki en el mundo de los humanos— comentó la hermosa diosa rubia, cuyo nombre era Freyja.

—Pronto podré viajar al mundo de los humanos y arrestar a Loki finalmente— pensó Thor en ese momento.

—Bien, ya están los cuatro aquí; pueden entrar— dijo una de las valkirias que protegían la puerta al trono de Odín.

Ambas valkirias, entonces, bajaron sus lanzas para permitir la entrada de los cuatro dioses al salón del trono real en Valhalla. La puerta se empezó abrir por si sola y una luz cegó a todos en ese momento.

Inmediatamente, cuando la luz se disipó, todo a su alrededor cambió. Las columnas y techos dorados de Valhalla fueron sustituidos por ramas de árbol, follaje y una enorme vegetación, como si se encontrasen en medio de un bosque.

Un grupo de malakim con máscaras de venados y túnicas blancas se encontraban postrados en forma horizontal en un camino que parecía hecho de tierra, la cual llevaba hacia una plataforma creada por un tronco cortado con unas escalerillas.

Ahí se encontraba un hombre sentado en un trono y cuatro personas a su lado, que no lucían como los hombres con máscaras de venado.

Detrás de ese hombre había un gigantesco árbol de muérdago. También se podían ver cabezas decapitadas a lo largo de las ramas de dicho árbol, lo cual daba un aire perturbador.

—Bienvenidos al nuevo reino de Asgard, dioses Æsir— dijo el hombre sentado en el trono.

Dicha persona lucía como un hombre con cabello y barba corta castaña. Sus ojos eran verdes y portaba una túnica blanca con tocados dorados. Tenía en su mano derecha un báculo hecho de madera y hojas de muérdago. Se encontraba sentado de una manera desafiante.

—¿Quién eres tú? ¿Dónde está Padre?— preguntó Thor mientras que él y los demás dioses se ponían en una posición de defensa.

Las cuatro personas junto al hombre sentado comenzaron a reír.

—No hay necesidad de violencia en este recinto sagrado, amigos— dijo el hombre en el trono.

—Por órdenes de Lel, yo soy el nuevo soberano de Asgard, soy el dios Esus[1] continuó explicando.

Los cuatro dioses nórdicos sintieron una sensación de nerviosismo.

—¿Esus?, ¿el anunnaki celta?— gritó Freyja, —¿Qué haces tú aquí?— preguntó.

—¿Dónde está padre Odín? ¡Responde! O pondré tu cabeza en mi espada— gritó Tyr preparando su arma.

—Muerto— dijo el dios llamado Esus con una sonrisa malévola.

—Por esa razón he decidido incorporar Asgard a mi reino— continuó diciendo el dios sentado en un trono.

Sus acompañantes seguían riendo.

—Imposible, jamás hubiera sido asesinado por un debilucho como tú— dijo Thor mientras lo señalaba con su dedo índice.

—Descuida, yo no lo asesiné; eso lo hicieron los monstruos en Lel. Yo simplemente acepté el trono que me ofrecieron— explicó Esus.

—Estaban ya hartos de los ataques de sus humanos en sus tierras, así que decidieron tomar cartas en el asunto. A partir de este momento, Lel gobierna los territorios nórdicos— continuó diciendo el dios con una mirada triunfal.

Los cuatro dioses tomaron con sus manos sus totemas que tenían escondidos dentro de su cuerpo, pero los cuatro seres que estaban junto al dios en el trono se pusieron en modo defensivo para proteger a su líder.

—Taranis, Belisama, Sucellus, Smertrios; no hay necesidad de pelear. Estamos entre dioses civilizados que conocen la palabra ‘diplomacia’, o eso quiero creer— dijo Esus mientras levantaba su mano para indicar a sus hombres que no intervinieran.

—Los llamé, no para luchar, sino porque identifico que ustedes son los dioses más poderosos de Asgard, y quiero que ustedes formen parte de mis hombres. Si lo hacen, sus vidas y la de los suyos serán perdonadas— dijo Esus.

—Pero si se niegan, arrasaré todo Asgard y los sacrificaré dentro de un gigantesco hombre de mimbre[2] dijo el dios de manera amenazante.

—Vaya, qué oferta tan generosa— dijo la diosa Freyja.

—Pero creo que hay un problema con ello— dijo Tyr.

—Somos un reino de dioses guerreros, no diplomáticos— respondió Thor.

—Eso significa que todo Asgard luchará contra la influencia extranjera, no importando que tan difícil o imposible parezca. Y no nos detendremos hasta lucir sus cabezas en nuestras armas— dijo desafiante Freyr.

Esus rio.

—Lamento informarles, pero están atrapados en esta dimensión. Solo Heimdal podría rescatarlos, pero él no se atreverá a desafiarme como ha protegido este recinto—

—Yo nunca protegí este recinto— dijo una voz a lo lejos.

—Yo solo sirvo a mi padre, el gran Odín. Pero si él ya no está aquí, solo me queda obedecer las órdenes de Thor, el segundo en mando— continuó la voz diciendo.

Entonces, tras la neblina dentro del recinto, Heimdal apareció caminando para unirse a los otros cuatro dioses nórdicos portando un cuerno llamado Gjallarhorn.

—¡Heimdal!, sabía que no nos podías traicionar— dijo Thor de manera animada.

—Nadie en Asgard traicionaría al gran señor Odín— respondió Heimdal con su característico rostro serio y con poca emoción.

—Solo son un montón de bárbaros inútiles— dijo Esus mientras se levantaba de su trono.

—Bien, acaben con ellos mientras yo preparo a todo Asgard en un sacrificio hacia nuestro gran benefactor: El— concluyó mientras se retiraba.

Los malakim con cascos de venados se retiraban también junto con él.

—¡No huyas, cobarde!— gritó Thor.

—No tienes derecho de hablarle así a nuestro maestro, dios del trueno— dijo uno de los hombres de Esus mientras se ponía frente de Thor.

El dios era barbado de cabello castaño rojizo y portaba una capa marrón. Su casco de acero era redondo con los dibujos dorados de lo que parecían ramas de olivos. Su armadura era de bronce con el dibujo de una rueda dorada en su pecho.

—Siempre he querido chocar armas contigo, dios del trueno. Yo soy Taranis, el dios del rayo celta— dijo el hombre mientras cargaba su poder eléctrico y una rueda formada de rayos se dibujaba tras de él.

—Su blasfemia en no considerar la bendición de nuestro maestro será pagada con su muerte— dijo otro de los hombres mientras se colocaba frente a Freyr.

Tenía el cabello rubio y corto con una delgada barba. Sus ojos eran verde aguamarina y sus rasgos eran en exceso finos. Vestía una capa roja con detalles cuadrados, además de un peto dorado, una falda azul y pantalones color caqui. Lo más característico era que cargaba un gigantesco martillo en su mano derecha. Luz emanaba de su cabeza.

—Yo soy Sucellus, el dios más hermoso que existe. Freyr, voy a aplastar tu repulsivo rostro con este martillo— dijo el dios con una sonrisa seductora.

—Los bárbaros solo tienen un lugar donde terminar, en la clava de mi lanza— dijo otra de las personas poniéndose frente a Freyja.

Era una mujer de cabellos y ojos azulados. Portaba un vestido largo y blanco que llegaba hasta el suelo. En su mano portaba una lanza que parecía formada de agua, además que cada paso que daba dejaba charcos de dicho líquido en el suelo.

—Soy Belisama, y esto será lo último que verás, Freyja— dijo mientras mostraba su lanza a la diosa nórdica.

El cuarto hombre intentó rápidamente atacar a Tyr, pero éste evadió el ataque.

Era un hombre gigantesco con cabello y barba negra desalineadas, como si fuera un troglodita. Solo portaba unos pantalones de cuadros y cargaba un gigantesco mazo.

—Nada mal, Tyr. Evadiste mi ataque sorpresa, pero necesitarás más que eso para derrotarme a mí, Smertrios— dijo el dios mientras volvía a poner su enorme garrote en su hombro.

—¡Heimdal!— gritó Thor. —Usa el puente Bifrost para salir de aquí. Ve a Asgard y toca tu cuerno para advertir a todos que hay que luchar contra estos bastardos, y trata de detener a Esus lo mejor que puedas. Nosotros nos uniremos a ustedes pronto— ordenó Thor al dios vigilante de Asgard.

Heimdal asintió y se teletransportó en un rayo de colores, dejando un portal abierto para que los dioses nórdicos pudieran escapar de esa dimensión.

—Y ustedes, es hora de mostrarles a estos abraza-árboles el poder de Asgard. ¡Transfórmense ya!— gritó Thor a sus compañeros.

Entonces cada uno tomó su totema y una luz cegó el escenario.

 


[1] Dios celta. Dado que no hay información sobre quién era el principal dios celta (es posible que variase según la tribu), decidí usar a Esus. Lugus era otro candidato fuerte, pero dado que su versión irlandesa, Lugh, será importante en el futuro de la historia, decidí omitirlo.

[2] Antiguo sacrificio humano en la cultura celta en donde varios hombres eran encerrados en gigantescas estatuas de mimbre y quemados vivos.

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