1-21. ¡Totemas en acción!

Epona, entonces, vio a Rodrigo frente de ella en posición de combate con luces de energía en sus dos puños. El verlo de espaldas intentando protegerla la hizo espabilarse.

—¡No, Rodrigo! ¡No lo enfrentes!— le gritó la diosa de los caballos.

—¡Debes saber cómo pelear antes contra esa cosa!— continuó diciendo.

En eso, la gigante serpiente Jormundgander arrojó su cabeza hacia los dos, pero ambos evadieron el ataque. Al morder, ácido corrompía el suelo que tocaba y un gas morado salía de la boca del enorme reptil.

—Si tocas el gas o las gotas de veneno de esa serpiente, morirás lenta y agonizantemente. ¡Debes evadirlo sin importar qué suceda!— le gritó Epona a Rodrigo, quienes habían quedado separados por el ataque.

Jormundgander levantó su cabeza nuevamente y abrió su boca viendo hacia Epona.

—Bien, sabía que esto sería un riesgo— dijo Epona.

Entonces, sacó su totema de su vestido y lo apretó con ambas manos.

La diosa dijo para sí misma: Is mise Epona, leig dhomh mo chumhachd a bhith agam[1]

Una luz cegadora cubrió el cuerpo de la diosa de los equinos que provocó a Rodrigo cerrar sus ojos.

Jormundgander, que no podía esperar, lanzó su cabeza hacia la diosa, pero fue rechazada de lo que aparentó ser un puñetazo. Dado que la luz cubría el cuerpo de la diosa, no se podía ver con certeza qué sucedió.

Finalmente, cuando la luz cedió, Epona lucía completamente diferente. Su cabello era casi blanco, sus ojos eran un verde muy brillante. La diosa lucía una corona de oro junto con un peto dorado, cubierta con una capa de color café. Además, portaba un vestido verde largo con motivos celtas y unas botas de cuero. A su lado, en forma de alas, aparecieron dos caballos hechos de pura energía.

Rodrigo la vio y pensó que era la mujer más hermosa que había visto en toda su vida.

—Hay 351 caballos que quedaron atrapados en esta dimensión, eso significa que mi poder incrementará 351 veces— dijo la diosa con una gran serenidad mientras veía al monstruoso tannin frente de ella.

Rápidamente, la diosa desapareció a la vista de todos y golpeó con un gancho a la quijada de Jormundgander, la cual la hizo levantarse y caer al suelo.

Epona aterrizó junto a Rodrigo y lo volteó a ver. El muchacho al verla a los ojos se sonrojó y no pudo evitar quedarse viendo hacia sus ojos.

Aunque era la misma cara de Epona, su rostro lucía tan hermoso, sus ojos tan bellos, su boca tan húmeda y su piel tan clara; que Rodrigo olvidó por un momento que se encontraban peleando. Se sentía como si hubiera visto el rostro de una diosa y estuviera en la gloria misma.

—¡No es momento para que te pongas a babear, idiota!— le dijo Epona con una mirada de desafío.

Rodrigo se incorporó nuevamente.

—Bien, Rodrigo. Estas alas fueron creadas por la energía que estoy tomando prestada de los caballos en esta zona, dado que es una guerra y varios soldados cabalgaban, me ha dado un gran incremento de poder; pero no será suficiente porque los tannin son absurdamente poderosos— dijo Epona viendo hacia la enorme serpiente levantándose nuevamente.

—Necesitaré tu apoyo, Rodrigo, pero no vayas a tocar su veneno o morirás— continuó diciendo.

Rodrigo tragó saliva mientras volteó a ver a la monstruosa serpiente.

—No mueras o pondrás triste a Ana, ¿De acuerdo?— dijo Epona.

—Vaya, no son tan débiles como creía— dijo Loki mientras seguía invisible.

—Pero no será suficiente para vencer. Ese chico morirá rápidamente y ese dolor le dará aún más energía a mi señor— pensó el dios oscuro mientras reía.

Atenea, que también veía la pelea tomando una copa de vino, miraba sonriente el combate.

—Si los ojos de ese chico no me engañan, estoy segura de que les dará a todas una gran sorpresa; pero si me equivoco, morirá en segundos. Esto valdrá la pena verlo— mencionó mientras seguía bebiendo con un aire de completa neutralidad y tranquilidad.

Mientras tanto, en otra parte completamente diferente de Jutlandia, Tania apareció dentro de otra dimensión alterna, separada de donde estaba junto a Epona y Rodrigo. Era un enorme altiplano con el pasto muy seco.

—Te estaba esperando, Tannit— escuchó Tania una voz detrás de ella.

La diosa volteó y vio nuevamente a Surtr con su enorme armadura azulada puesta y su espada de llamas, preparado para atacar a la diosa de fuego.

—Vaya, definitivamente soy alguien muy afortunada, porque te estaba buscando para matarte, hijo de puta— dijo Tania con una sonrisa maquiavélica en su cara.

—¿Y qué podrás hacer sin tu totema, perra?— dijo Surtr mientras levantaba su espada y atacaba a Tania, y ésta evitó el ataque con una maroma.

Tania comenzó a reír y miró a Surtr con una mirada de odio.

—Hoy te arrepentirás de todos tus crímenes— dijo.

La diosa, entonces, tomó su totema con su mano derecha mientras rezaba: Dar lanat, esh lash[2]

Su cuerpo comenzó a iluminarse y una llamarada en forma de columna cubrió su ser.

—¿Ahora tiene su totema? ¿De dónde demonios lo consiguió?— dijo el gigante mientras se alejaba dando pasos hacia atrás de la transformación de Tania.

El fuego cedió y Tania brillaba color carmesí. Su cabello lucía como si realmente fuera de fuego, sus ojos eran de color dorado. Portaba una corona dorada en su cabeza y un peto igualmente color oro. Además, lucía una enorme falda larga y amplia casi de forma trapezoidal de colores naranja, blanco y toques dorados. También una capa color púrpura colgaba en su espalda, mientras que una media luna roja acostada aparecía sobre su cabeza.

—Lamento informarte, pero ya no vas a ver la luz del día de mañana, Surtr. Esta vez me encargaré de borrar tu existencia— dijo la diosa mientras levantaba sus brazos en forma de ‘L’ con las palmas abiertas.

El gigante sonrió emocionado mientras veía a la diosa estar lista para el combate.

—Soy la diosa Tannit— dijo Tania, —y aquellos que osan enfrentarme solo pueden terminar como cadáveres ante mis pies— concluyó.

Tania, entonces, sacó sus garras de fuego mientras sonreía, y saltó hacia Surtr mientras que el gigante la atacó con su espada; pero ésta, saltó sobre dicha arma de fuego y la usó de trampolín.

Ya en el aire, tomó la cabeza del gigante y se impulsó con él, y lo estrelló en el suelo con una enorme fuerza que provocó un gigantesco temblor, mientras que llamas de fuego surgieron de la tierra y creó un enorme cráter.

Tania saltó hacia atrás mientras se lamía los labios.

—Soy una diosa de fuego, idiota. Tu espada de mierda no tiene ninguna posibilidad de vencerme— dijo la diosa al gigante que yacía en el suelo.

—La legendaria Tannit, realmente es más poderosa de lo que creía— mencionó Loki mientras observaba oculto la pelea.

—Tannit— dijo el dios oscuro a la diosa de fuego, —estoy completamente seguro de que vencerás esta pelea, pero ¿cuánto tiempo tardarás para rescatar a la igigi y al muchacho? Ya que, en estos momentos, están luchando contra un tannin y morirán a menos que los puedas ayudar— continuó diciendo el dios Loki riendo.

—¡Un tannin!— Tania exclamó preocupada.

—Miserable, ¿no queda ninguna dignidad en Lel ya?— dijo furiosa la diosa.

En ese momento, el gigante se puso de pie con una mirada furiosa y casi con espuma en la boca.

Tania lo vio con ira.

—Demonios, necesito matarlo deprisa— dijo mientras apretaba los dientes con rabia.

En otro lado completamente diferente de la pelea actual, pero aún en Jutlandia, en una zona completamente montañosa, Ana apareció completamente sola.

Nieve caía y el suelo estaba escarchado y frío; solo se escuchaba el sonido del viento congelante. Entonces, una nueva dimensión alterna se cerró en esa zona, atrapando a la diosa de los cabellos oscuros.

En ese momento, un portal luminoso apareció en el cielo y de dicho pórtico, una enorme garra peluda salió y se colocó en el suelo. Ana veía esto poniendo una posición de defensa.

—Morrigan, la reina fantasma oscura— escuchó Ana la voz de Loki sin poder verlo.

—En estos momentos serás la comida de mi hijo, el lobo Fenrir continuó diciendo la voz del dios oscuro.

Una cara de un enorme lobo salió del portal. Su tamaño era gigantesco, como si midiera unos 10 metros de alto. Tenía unos ojos blancos sin pupilas y un pelaje grisáceo y negro; y caía saliva de sus enormes mandíbulas con unos colmillos gigantescos.

El lobo terminó completamente de salir del portal, y aulló tan fuerte que hizo temblar todas las montañas.

—¿Es ese el monstruo que está destinado a matar al dios Odín?— pensó Ana.

—Debo de pelear con todo mi poder contra esta bestia o me matará—

—Solo una advertencia, Morrigan— dijo Loki mientras que Ana gritó que no usara ese nombre.

—Tu chico y la igigi están luchando contra un tannin en estos momentos. Si no vences rápidamente, tendrás menos probabilidades de salvarlos— continuó diciendo el dios de la mentira.

—¡Eres un miserable!— gritó la diosa a Loki, aunque no podía verlo.

Fenrir, entonces, se abalanzó hacia la diosa, pero ésta le atacó con su espada la quijada y le hizo un corte mientras se quitaba de en medio.

—Bien, entonces pelearé con todo mi poder y salvaré a Rui— dijo Ana mientras tomaba su totema y lo sujetaba con fuerza con su mano izquierda.

—¡Tendré que exterminarlo con un solo ataque!—

El enorme lobo volteó a ver a Ana mientras ésta empezó a rezar: Tá an oíche síoraí faoi mo radharc[3]

Miles de plumas oscuras cubrieron su cuerpo y crearon una esfera negra. La esfera flotó y empezó a quebrarse.

Al romperse, unas enormes alas oscuras aparecieron abriéndose y saliendo de la espalda de Ana, mientras que ésta aparecía con una armadura similar al de una valkiria con colores oscuros y morados como la noche. Sus ojos eran tan azules que parecían fantasmagóricos, su piel era muy blanca y su cabello parecía que emanaba energía oscura.

La espada de Ana había cambiado completamente. Era una espada gigantesca con un mango elaborado dorado y una especie de dragón enrollado en ella. El filo era blanco, casi brillante, pero emanaba un fuego fantasmagórico.

—Mi nombre es Anand, no Morrigan. Morrigan es la fusión mía junto con mis dos hermanas, pero ellas no están ya aquí; por ende, soy indigna a ese título. Aun así, mi poder actual me bastará para matar a ese lobo mal desarrollado— dijo Ana mientras ponía su espada en sus dos manos y estaba lista para pelear.

—Rui, tengo fe en ti, sé que debo confiar en ti. Muéstrale a Loki tu verdadero potencial— dijo para sí misma Ana, mientras se preparaba para atacar a Fenrir, al mismo momento que éste se volvía a abalanzar con su quijada abierta hacia ella.

 


[1] —Soy Epona, déjame usar mi poder— en gaélico.

[2] —Dame tu poder, fuego divino— en fenicio.

[3] —La noche eterna me rodea— en irlandés.

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