—Vaya, esa espada luce muy interesante, Morrigan— dijo la voz de Loki a lo lejos sin seguir sin aparecer.
—Esta espada se llama Dyrnwyn, y es una espada galesa que le perteneció a un rey bretón llamado Rhydderch. Cuando uso mi totema, soy capaz de hacer copias de elementos complejos y sagrados, incluso si son armas legendarias— dijo Ana, y entonces levantó su espada al cielo.
—Y si me vuelves a llamar bajo ese nombre, esta espada te cortará la lengua, infame— concluyó.
Ana comenzó a volar con el uso de sus alas oscuras, y dando un corte en el aire con su espada, el ataque viajó hasta el rostro del lobo Fenrir, haciéndole una cortada en su hocico. El lobo aulló con una enorme potencia.
Fenrir lanzó un rayo de energía de su boca, el cual Ana evadió con facilidad.
—¿Es todo lo que puedes hacer?— gritó preguntando la diosa mientras volaba hacia el enorme lobo y le cortaba uno de sus colmillos.
El lobo Fenrir intentó atacar a la diosa con una de sus garras, pero sus alas se convirtieron en un escudo mientras que ella decía: —Sciath dorcha[1]—
De esta manera, Ana repelió el ataque del gigantesco animal.
—Estas alas son hechas con materia oscura y pueden tomar la forma que yo quiera— dijo Ana mientras retornaba sus alas a su forma original.
Entonces, las alas de Ana se convirtieron en miles de plumas y todas éstas fueron disparadas hacia el lobo.
Las plumas tomaron forma de pequeños cuchillos y se enterraron en el cuerpo de la bestia, la cual aulló de dolor ante el ataque. Un nuevo par de alas aparecieron en la espalda de Ana.
—¿Es éste el ser que destruiría a Odín? ¿Es acaso esa leyenda del Ragnarok solo una historia propagandística de Lel para causarles miedo a los dioses nórdicos?— se preguntó la diosa decepcionada.
—Un cuento de niños seguramente, pero si algo sirve para causar miedo a los humanos y dioses, es bien recibido por mí— dijo la voz del dios de la mentira.
—Sin embargo, creo que subestimas a mi hijo, diosa petulante— continuó diciendo Loki.
El lobo, entonces, hizo un movimiento de mordisco; Ana, a pesar de encontrarse lejos de su hocico, sintió como las mandíbulas del lobo desgarraban su cuerpo. Con un grito sordo y llena de sangre, la diosa caía al suelo.
—¿Qué demonios pasó? No vi el ataque— dijo Ana mientras se volvía a poner de pie y sus heridas curaban.
El lobo, nuevamente, hizo una mueca de mordida, atrapando otra vez a la diosa en un ataque invisible que trituraba su cuerpo. Ana, furiosa, intentó zafarse con fuerza, pero fue completamente inútil. Nuevamente, sangre brotaba de su cuerpo mientras era torturada por el ataque invisible.
—Mi pequeño Fenrir puede triturar todo lo que quiera sin necesidad de tocarlo. Si estás en su rango de visión, él te puede despedazar— dijo Loki mientras solo se escuchaba su voz.
—Bueno, ni hablar, tendré que usarlo entonces— dijo Ana.
Entonces la diosa gritó: —Taibhse banríon[2]—
El cuerpo de Ana se convirtió en una parvada de cientos de cuervos que escapaban del ataque invisible del lobo.
Fenrir intentaba morder a los cuervos, pero eran tantos que era imposible. Los que podía atrapar, se convertían en cientos de plumas que desaparecían a su vista.
El conjunto de cuervos empezaba a acercarse al lobo y clavarse en él como si fueran espadas. El ataque feroz de Ana hizo al lobo perder el control y caminar hacia atrás sin poder defenderse. Fenrir aullaba y aullaba, pero los cuervos continuaban destajando su piel.
Finalmente, los cuervos comenzaron a juntarse y tomaron nuevamente la forma de Ana, quien se encontraba justo frente al hocico del gran lobo, y con un ataque certero de su espada, otro diente y un pedazo del hocico del lobo Fenrir salió volando.
—Ya te lo he dicho, una diosa de la guerra no perderá contra un behemoth— dijo Ana mientras seguía volando cerca del terrible lobo.
El Fenrir comenzó a moverse erráticamente, como si tuviese varias cabezas por su veloz movimiento, y empezó a disparar rayos de energía de su boca varias veces. Ana esquivaba todos los ataques como si ésta se teletransportara. La diosa, nuevamente, creó cuchillos con sus alas y se los clavó al Fenrir, especialmente en sus ojos, mientras el lobo chillaba de dolor ante dicho ataque.
—Bien, ahora voy por tu cabeza— dijo Ana mientras que tomaba su espada con las dos manos para decapitar a Fenrir, pero el lobo, con un movimiento excesivamente veloz, atrapó a Ana con su mandíbula física.
La diosa intentaba zafarse, pero no podía.
—Tendré que usar los cuervos nuevamente para escapar— dijo la diosa.
Pero justo en ese momento, el lobo Fenrir vomitó un enorme rayo de energía lastimando gravemente a Ana.
La diosa cayó al suelo de cabeza. Cuando se incorporó, se dio cuenta que el lobo le había arrancado una pierna y ésta no se recuperaba.
—Tiene mucha fuerza, sin lugar a duda— dijo usando su espada como bastón.
El lobo, nuevamente, intentó usar su rayo de energía, pero esta vez lo lanzó de una manera concentrada en todo el suelo, causando múltiples explosiones en su rastro. Ana empezó a volar para evitarlo, pero el dolor de su pierna lastimada era muy grande para evadirlo completamente.
El lobo continuaba disparando rayos constantes por todos lados, convirtiendo el escenario en un auténtico infierno. Sus heridas se habían curado completamente, lo que dio a Ana la idea que el icor del lobo estaba lejos de agotarse.
—Él sigue fresco y yo ya estoy muriendo— pensó preocupada la diosa.
—Si me vuelve a disparar con esa ráfaga, será mi fin— siguió ponderando sobre su situación.
La diosa entonces puso su espada en forma de estocada y gritó: —Beanna pollta—y se lanzó como una saeta a toda velocidad hacia Fenrir. El lobo intentó atraparla nuevamente, pero Ana le atravesó la parte superior del hocico.
Cuando el lobo intentó usar de nuevo su rayo de energía, Ana se convirtió en un grupo de cuervos, evitando el ataque; aunque algunos cuervos si fueron atrapados por el disparo.
Cuando los cuervos se incorporaron, Ana tenía sangre en su cuerpo.
—Aunque puedas convertir tu cuerpo parcialmente en un ser incorporo, puedes aún recibir daños por ataques de energía, ¿cierto?— dijo la voz de Loki con voz burlona.
Ana se encontraba cansada y perdía mucha sangre, mientras que su visión se volvía borrosa.
—Maldición, tendré que apostarlo todo en un solo ataque entonces— dijo mientras comenzaba a volar nuevamente frente al gran lobo.
La diosa, entonces, elevó su espada hacia el cielo y éste se empezó a tornar de un color oscuro. Cientos de seres con cabeza de cabra y ojos rojos empezaban a asomarse detrás de Ana; cada uno de ellos portaba una espada oscura. Todos los hombres detrás de la diosa levantaron sus armas señalando al lobo Fenrir.
—Hace mucho tiempo, existió un grupo de seres demoniacos llamados los Formorianos. Yo puedo llamar su enorme poder usando un pacto con mi materia oscura— dijo la diosa mientras más y más seres aparecían detrás de ella.
En eso, las espadas de todos ellos comenzaron a brillar y Ana bajó su espada a toda velocidad y gritó: —Claimhte Fomoire[3]—
Las cientos de espadas salieron de las manos de los seres con cabeza de cabra y fueron disparadas hacia el lobo Fenrir. Las espadas empezaron a despedazar su cuerpo de una manera cruel y violenta. Sus colmillos, orejas, y pedazos de cuerpo comenzaron a volar por los cielos.
Pero Ana aún no había terminado, se había puesto en una posición de ataque mientras que detrás de los hombres con cabeza de cabra, empezaba a aparecer un hombre con cabello y barba negra, pero se podía notar que solo tenía un ojo.
El hombre era tan enorme que hacía ver a los Formorianos como insectos. El ojo del gigante empezó a brillar con toda potencia y lanzó un rayo de energía roja. Ana se colocó frente al disparo y viajó delante de él con su espada desenvainada mientras gritaba: —Súil Balor[4]—
La diosa, encaminada por el rayo, chocó con el Fenrir, y un resplandor rojo gigantesco iluminó todas las montañas. Ana se encontraba justo detrás del lobo con su espada aun brillando de color rojo.
Cuando ésta se apagó, el gigante y los hombres se desvanecieron en el aire, mientras que el lobo Fenrir era partido por la mitad horizontalmente. De su cuerpo llovía sangre, al mismo tiempo que la luz roja que Ana había usado atravesó como un relámpago al canino. Su cuerpo, partido en dos, cayó de lado al suelo con un gran ruido ensordecedor.
—He ganado— dijo Ana mientras que, con un movimiento rápido, limpiaba la sangre de su espada oscura.
—Ahora, llévame con Rodrigo y Epona, miserable— gritó Ana levantando su espada hacia el cielo, esperando poder amenazar a Loki.
El dios oscuro nórdico ya no estaba riendo, estaba furioso. Así que no dijo nada, pero destruyó la dimensión donde Ana se encontraba atrapada. La diosa tomó un poco de ambrosía que tenía guardada y bebió el recipiente. Su pierna rápidamente se regeneró a pesar de que ésta había desaparecido.
—Demonios, no debo malgastar esto, o me las veré en problemas si se nos acaba— pensó.
Atenea, que veía todas las peleas, se sintió satisfecha por el poder de sus nuevas guerreras.
—Vaya, Ana y Tania son unas verdaderas diosas guerreras, sin lugar a duda serán de gran utilidad en mi grupo— pensó.
Ana empezó a tratar de sentir la energía de Epona y Rodrigo, pero se dio cuenta que ya era casi nula. Entonces, volando tan rápido como la luz, se desplazó y atravesó la dimensión donde ellos se encontraban luchando, mientras que Tania entraba al mismo tiempo por el otro lado; pero lo que vieron las desgarró.
Epona estaba tirada en el suelo herida, mientras que Rodrigo había usado su cuerpo como escudo del ataque de Jormundgander. La serpiente había lanzado su cabeza hacia ambos, y Rodrigo se había interpuesto al ataque; mientras que un colmillo gigantesco de la enorme serpiente lo atravesaba de abdomen a espalda, empalándolo mientras que veneno fluía en el cuerpo del joven guerrero.
—¡No, Rodrigo!— gritaron ambas diosas.
[1] —Cobertor oscuro— en irlandés.
[2] —Reina fantasma— en irlandés.
[3] —Espadas de los Formorianos— en irlandés.
[4] —Ojo de Balor— en irlandés.