1-6. Tania vs Ana

—Bien, Rui. Esto te dolerá un poco, así que trata de resistir, ¿de acuerdo?— dijo Ana mientras se acercaba a Rodrigo con su espada en su mano izquierda.

—De acuerdo, Ana respondió Rodrigo.

El joven pensaba que ella lucía muy linda e infantil como para considerarla una amenaza seria. Sin embargo, mientras aún pensaba eso, vio nuevamente como su brazo derecho había desaparecido; exactamente igual como Tania lo había hecho justamente cuando la conoció.

Ana estaba detrás de él, a espalda suya con su espada desenvainada. Había dado un corte completamente limpio, y Rodrigo ni siquiera había tenido tiempo para defenderse. El dolor y miedo regresaron al confundido muchacho quién creía que había perdido el brazo para siempre, y temió que moriría.

Pero seguía consiente, y la sangre que emanaba de su herida empezó a formar lazos entre ella, como si se tratase de una telaraña y continuó así hasta llegar a su brazo cortado.

Y cuando varias de las gotas de sangre se habían unido, su brazo regresó y se volvió a colocar en su cuerpo, sanando su herida completamente; solo quedando algunas manchas de sangre en su ropa como evidencia que había sufrido un corte.

—Esto es sangre divina, Rui. Se llama: ‘icor’ mencionó Ana mientras se daba la vuelta y convertía su espada nuevamente en plumas oscuras para hacerla desaparecer completamente.

—Pero ¿cómo mi brazo regresó como si nada?— preguntó Rodrigo cuando de repente sintió un leve mareo y se puso la mano en la cara.

—El cuerpo de los dioses no funciona igual que el de los humanos— comentó Ana mientras se acercaba a Rodrigo.

—Nosotros, mientras tengamos una reserva de icor en nuestras venas, nuestras heridas se recuperarán; incluso si eres decapitado o partido en cientos de pedazos. Sin embargo, cualquier herida, golpe; dependiendo de su intensidad, te hará perder icor. Cuando tus reservas sean muy pocas, tus heridas dejarán de curarse y perderás la conciencia. Si eres herido mortalmente sin icor, morirás—

Ana, entonces, puso un dedo sobre la frente de Rodrigo y lo golpeó. Aunque parecía un golpe insignificante, Rodrigo salió disparado varios metros, destruyendo una pared de la caverna con ello.

—Y lo bueno que la bruta soy yo— dijo Tania divertida.

Rodrigo sintió que su conciencia se borraba; no sentía energías en ninguna parte de su cuerpo. Los brazos no respondían, ni sus piernas.

—Voy a morir— pensó.

Ana, rápidamente, se colocó junto a él con un recipiente que parecía un pequeño tubo dorado. —Rápido, bebe esto— dijo mientras vaciaba parte de su contenido en la boca de su herido discípulo.

Como si de magia se tratase, Rodrigo sintió como la energía en su cuerpo regresaba. El dolor había desaparecido completamente y su visión volvía a ser la misma.

—Esto es ambrosía— dijo Ana mientras ayudaba a Rodrigo a levantarse.

—Cuando tu icor esté peligrando, la ambrosía te hará recuperarlo de golpe. Si no tienes acceso a la ambrosía, solo te queda esperar a que tu cuerpo, naturalmente recupere icor; pero puede tardar varios días, y si tus heridas no se recuperan en ese momento, no se podrán recuperar nunca. Es decir, si pierdes un ojo y no tienes suficiente icor por un tiempo prolongado, perderás ese ojo para siempre—

Rodrigo se incorporó aún sorprendido por lo que había pasado.

—¿Esto significa que un golpe con tu dedo fue suficiente para eliminar mi icor?—

—Rui, tú jamás has entrenado ni aprendido a incrementar tu icor— le dijo Ana mientras le sonreía poniéndole su mano en su hombro.

—No te sientas mal por ello. Conforme entrenes más y más, tu reserva de icor incrementará— dijo la diosa mientras se daba media vuelta y se ponía enfrente de Rodrigo nuevamente.

—Bien, ahora quiero que me golpees con todas tus fuerzas— dijo Ana mientras levantaba sus brazos.

—No intentaré defenderme— prosiguió.

—Imposible, no puedo golpear chicas— dijo Rodrigo con un tono que intentaba escucharse caballeroso. Escuchó entonces que Tania comenzó a carcajearse.

—Esta chica casi te mata con un solo dedo, ¿y crees que es indefensa?— le dijo divertida Tania mientras continuaba sentada viendo el entrenamiento.

—Eres muy lindo, Rui, pero no puedes seguir anclado a las costumbres humanas. Esa actitud en el mundo de los dioses te llevará a la muerte— mencionó Ana mientras seguía con los brazos levantados.

—Las diosas no somos como las mujeres de los humanos. Una diosa de la guerra, fácil, podría masacrar cientos de igigi y malakim en cuestión de segundos—

—¿Qué harías si una diosa viniera acá y te atacase, ¿te ibas a dejar matar así porque sí?— le preguntó Tania intrigada.

—Sí, no la atacaría, solo me defendería— respondió Rodrigo poniendo su puño en su pecho y siguiendo con ese tono que él creía sonaba heroico.

—¿Ves? Causa perdida— dijo Tania mientras ponía una cara de aburrimiento y recostaba su cabeza a su mano izquierda.

—No importa si eres un ángel, diosa, humana. Jamás podría levantar mi puño contra un rostro tan angelical como el suyo. A la mujer no se le toca ni la punta de sus cabellos— continuó diciendo Rodrigo con un discurso que parecía tenerlo ya memorizado.

—Patético, ¿no crees, Ana?— dijo Tania mientras seguía con su cara llena de aburrimiento.

Pero Ana se había sonrojado y tenía su boca entreabierta.

—Eso… fue muy lindo, Rui— dijo.

—¡Por El! ¡Eso es patético, Ana! Es lo más meloso y estereotipado que he escuchado en mi vida; no eres ya una adolescente, ¿sabes?— respondió de un grito Tania.

Rodrigo también se sonrojó e intentó apartar la vista de Ana.

—Claro, las protegería a todas ustedes— dijo con una voz nerviosa.

—Bueno, bueno— respondió Ana que seguía sonrojada, si no puedes hacerlo no me interpondré en tus decisiones.

—Anciana, ven y has sparring conmigo entonces— dijo Ana mientras volteaba a ver a Tania.

—¿Anciana? — contestó intrigada Tania.

—Pues si yo ya no soy una adolescente, entonces tú eres una anciana decrépita que ya necesita su bastón para caminar— respondió con cara burlona la diosa de cabellos oscuros

—¿Ah sí?, ahora verás lo que esta anciana puede hacer, puberta— dijo Tania mientras se levantaba.

Tania y Ana se encontraban frente a frente, mientras que Rodrigo se había sentado en donde Tania se encontraba con anterioridad.

Tania vs Ana - Novela Elyon

—Bien, Rui. Ya has aprendido que el icor es nuestra vitalidad, y ahora debes aprender sobre el ‘manná’, la fuente de nuestra energía y magia— dijo Ana mientras hacía aparecer una espada en su mano.

Tania igualmente mostraba su mano derecha, haciendo crecer sus uñas de fuego y se ponía en posición de combate.

—Mi invocación de esta espada y la garra de fuego de Tania consumen nuestro manná. Si llegamos a consumirlo todo en una pelea no podremos hacer ningún truco, por lo que no debes gastarlo de golpe y administrarlo muy bien; ya que, sin ello, solo podrás defenderte con tus puños y pies—

Tania y Ana se arrojaron una hacia la otra. Ana intentó cortar a Tania con su espada, pero Tania detuvo el ataque con su mano de fuego desnuda. La colisión de dicho ataque creó una enorme onda de choque que levantó parte del suelo y mandó a Rodrigo a volar.

Tania arrojó a Ana con el impulso de su técnica, y con su otra mano, también convertida en una garra de fuego, intentó atacar hacia la cabeza a Ana, pero ésta evadió el ataque con dificultad. Usando un par de maromas, Ana se alejó de Tania y se puso en posición de combate nuevamente.

Entonces, Tania comenzó a crear unos puntos de luz en las puntas de sus uñas y gritó: Shahar[1]— 

Los pequeños puntos se convirtieron en unas gigantescas bolas de fuego, contra las cuales Tania envolvió su espada en una energía oscura y cortó rápidamente cada una de ellas, a excepción de la última que la golpeó y provocó una enorme explosión.

Ana cayó al suelo de rodillas, y Tania saltó hacia ella nuevamente mientras preparaba el mismo ataque, y las cinco bolas de fuego explotaron de lleno en Ana; pero al disiparse el humo de la explosión, Ana había creado un escudo para defenderse.

Crág Dubán[2] gritó Ana, y en eso hizo desaparecer el escudo. Rápidamente, se puso en una posición como si fuera a encarrerase para correr, y se lanzó con la espada en forma de estocada hacia Tania.

Beanna pollta[3] gritó, mientras avanzaba como una flecha tan rápida que Rodrigo no pudo verla. Detrás de ella, aparecía la imagen de un cuervo.

Pero Tania pudo detener el ataque de Ana usando sus dos manos envueltas en fuego, y la arrojó hacia una de las paredes de la caverna; la cual se destruyó. El cuerpo de Ana continuaba volando por el impulso y chocó con la pared limitoria de la dimensión, golpe que hizo a Ana escupir sangre.

Pero Ana no estaba derrotada aún y usó su choque con la pared dimensional para tomar impulso.

Beanna pollta volvió a gritar y se arrojó nuevamente como una flecha muy veloz.

Tania intentó detenerla de nuevo, pero esta vez lo hizo mucho más rápido y se clavó en el abdomen de Tania, viajando con ella a una velocidad sorprendente mientras destruía la caverna por completo, y llegaba hasta el límite de la pared dimensional.

La diosa bereber, en el transcurso, se arrancó la espada de su abdomen y azotó con toda su fuerza a Ana nuevamente ante la pared dimensional. Tania sacó sus dos garras de fuego, gritó: Tsemp Dalaq[4]

Dando miles de arañazos en instantes, castigó cruelmente a Ana mientras esta era torturada sin poder defenderse ni escapar, ya que estaba a espaldas de dicha pared.

Ana parecía inconsciente, y Tania, entonces, puso su garra hacia atrás de su espalda y cargó un enorme poder de fuego en ésta, atravesando el abdomen de Ana; mientras ésta se quedaba como crucificada frente a la pared dimensional. Rodrigo, al ver esto, gritaba desesperado a la diosa que parase.

Tania sacó la garra del cuerpo de Ana y le dio la espalda mientras que esta explotaba en miles de pedazos.

—Gané yo de nuevo— dijo mientras sonreía con una mirada de satisfacción.

Rodrigo, cuando pudo incorporarse ante dicha pelea tan bestial y destructiva, corrió hacia donde caían los pedazos del cuerpo de Ana, mientras le reclamaba a Tania que no tenía que haber matado a su amiga. Tania se río.

Para su sorpresa, Ana estaba aún viva con una rodilla en el suelo; y las enormes heridas provocadas por el ataque de Tania se curaban completamente.

—Ufff, uffff. Descuida, Rui— dijo la diosa de cabellos oscuros. —Necesitaría más que eso para matarme—

—Con ese ataque, yo perdí un décimo de mi icor— dijo Ana mientras sostenía la mano de Rodrigo para levantarse.

—Al mismo tiempo, solo utilicé un centésimo de mi manná para hacer mis técnicas. Las técnicas que gritamos son aquellas que consumen más, ya que son nuestras técnicas secretas— continuó diciendo la diosa de cabellos oscuros mientras se limpiaba el polvo del combate.

—Bien, ahora sigues tú, ‘Rui’— dijo Tania en tono sarcástico, como mofándose del apodo de pila que le había puesto Ana a Rodrigo.

—Ya que la cabeza de cuervo es muy blanda contigo, yo haré que saques tus habilidades en contra de mí. Vamos a ver si no me intentas atacar ante mi embestida—

Tania movió su mano con suma velocidad, creando una onda de choque que arrojó a Rodrigo varios metros de distancia, alejándolo de Ana; quien seguía intentando recuperar su energía.

—Ufff. No lo mates, Tania— dijo Ana mientras se incorporaba aún.

—¡Si muere, será por su propia debilidad!— gritó Tania mientras sacaba sus dos garras de fuego y se ponía también en posición de combate.

—Cuando empiezo a pelear, mis instintos felinos no pueden detenerse hasta que cazo a mi presa— continuaba diciendo Tania mientras se limpiaba sus labios con su lengua.

Rodrigo se sentía acorralado. —Voy a morir, voy a morir ahora sí. Estoy seguro— pensaba.

Tania aulló y se movió tan veloz que desapareció, dejando una línea de fuego en donde estaba parada. Rodrigo volteó a todos lados, pero no podía ver nada, cuando una estela de fuego en forma de garra atravesó su estómago causándole inmenso dolor.

Por la adrenalina, Rodrigo continuaba de pie intentando ver a Tania, pero era imposible. Otro ataque, esta vez en su hombro derecho, luego en su pierna izquierda, luego en su abdomen. Rodrigo estaba en shock.

—¡Atácame, o terminaré mordiendo tu cuello!— escuchó a la diosa furibunda gritar, mientras varios cortes aparecían en diversas partes en su cuerpo.

Rodrigo, entonces, recordó la misma situación cuando no pudo matar a Almanzor y gritó lleno de ira, elevando su fuerza y causando un terremoto. La energía hizo a Tania saltar hacia atrás antes de poder atacar su cuello, mientras que Rodrigo, casi inconsciente, miró con sus ojos verdes llenos de ira los ojos de Tania. Ésta, al verlos, sintió temor.

El aprendiz, en un ataque de furia, levantó su brazo y creó una bola de energía que disparó hacia Tania, pero fallando apropósito, haciendo un enorme agujero en las ruinas de la caverna. La diosa de fuego estaba sorprendida.

—¿Lo consiguió?— preguntó Ana mientras se encaminaba a la escena de combate. Pero Rodrigo cayó al suelo cansado, había consumido todo su manná en ese ataque.

—¿Estás bien, Rui?— preguntó Ana mientras ayudaba a Rodrigo a levantarse.

Rodrigo, aun respirando hondo, se puso de pie con ayuda de Ana.

—¡Lo lograste, felicidades! Ahora debes aprender a no gastar todo tu manná de golpe— le dijo la diosa de cabellos oscuros.

Tania seguía en shock, hasta que Ana le habló.

—No confiaba en tus métodos, pero lo lograste, ¡eres increíble!—

—Sí, no fue nada— respondió la diosa de fuego, aún con su mirada perdida.

—Creí que realmente lo ibas a matar en un momento; me alegra que te hubieras contenido al final— dijo Ana mientras ayudaba a caminar a Rodrigo y deshacía la dimensión.

Tania quedó en silencio por un momento.

—Esos ojos, esa sed de sangre… no, es imposible— pensó y trató de apartar sus pensamientos de miedo.

Rodrigo durmió todo ese día.

 


[1] —Calor— en fenicio.

[2] —Escudo Dubán— en irlandés. Dubán es un escudo legendario en Irlanda.

[3] —Estocada del cuervo— en irlandés.

[4] —Uñas ardientes— en fenicio.

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