Han pasado dos meses desde que Rodrigo comenzó a vivir junto a Tania y Ana, quién supuestamente debía partir para Irlanda, pero siempre daba excusas para no ir.
El otoño llegó, pero en Ibiza siempre hacía calor por lo que no se sentía un cambio aparente. Se dice que los antiguos fenicios fundaron este pueblo hacía tiempo porque no existían serpientes ahí, y le llamaron así en honor al dios egipcio Bes, quién mataba a dichos animales.
Meditar, hacer sparring con Ana y controlar su manná; además de aprender a leer, comer y dormir; esa era la vida diaria de Rodrigo. Aunque buscaba conocer un poco más sobre el pasado de sus nuevas mentoras, ellas siempre cambiaban el tema.
—Empezando el próximo año, te llevaremos a Lel para que se te asigne un trabajo y puedas hacer algo de provecho— le decía Tania.
Un día, mientras todos comían, tocaron la campanita que tenía Tania en la entrada de su caverna. Esto no era raro, ya que la diosa recibía muchas veces a los aldeanos que buscaban medicinas o servicios sagrados. La consideraban una mujer sabia.
Sin embargo, cuando Rodrigo fue a asomarse, no se trataba de aldeanos, si no eran dos personas que jamás había visto.
El primero era un hombre alto, de unos 1.70 metros fácilmente[1], blanco de ojos oscuros y cabello negro largo y lacio; además iba vestido con una túnica negra como la que usaban algunos monjes.
Su acompañante era una chica rubia de cabello corto, ella era de estatura normal, de unos 1.50 metros y vestía un vestido rojo carmesí largo, de mangas larga y tocados dorados.
—Hola, ¿ser mi ispanic correcto? ¿Cneatung Ana, estar siff aquí?— dijo la chica rubia tratando de hablar catalán, con un acento que sonaba sajón.
—¿Qué?— respondió extrañado Rodrigo.
El hombre comenzó a regañar a la chica rubia en un lenguaje que parecía sajón.
Rodrigo interrumpió la conversación en gallego: —¿No son de aquí? ¿Puedo ayudarlos?—
En ese momento, Ana se asomó y vio a la singular pareja.
—¡Epona[2]! ¿Qué estás haciendo aquí?— le preguntó a la muchacha que había llegado.
La chica rubia volteó a ver a Ana y la saludó: —¡Hola, Ana! Supuse que estarías aquí refugiada y no en Irlanda—
Rodrigo se quedó sorprendido, ahora entendía perfectamente a la chica rubia, cuando hacía momentos no lograba descifrar su acento sajón.
—Puedes hablar lengua divina aquí, Epona. Este chico que ves es un nefil que encontramos hace poco y lo estamos entrenando; por ende, la entiende también— mencionó Ana.
—Oh, ¿En serio no era solo tu criado? Y yo esforzándome en hablar catalán— dijo la chica rubia.
—¿Ese fue tu mejor esfuerzo? No quiero ver que haces cuando no te esfuerzas. Seguro hasta una piedra te podría dar una cátedra de lenguas— contestó el chico alto.
La chica rubia puso su cara toda colorada y cerró los puños.
—¡Cállate, tonto malak! Deberías halagarme y servirme porque soy tu superior— le dijo toda enojada al hombre de negro.
—Sí claro. Buena suerte con eso— le respondió el chico.
El joven vestido de monje, entonces, se acercaba hacia Ana y Rodrigo, y al estar frente de ellos, se inclinó poniendo su mano en el pecho.
—Un gusto conocerla, diosa Anand[3], mi nombre es Anpiel y soy el malak asignado para esta misión—
—Aquí solo llámame: ‘Ana’— respondió la diosa de cabello negro mientras movía las manos como tratando de contrarrestar tímidamente lo que el malak había dicho.
—Eso sería muy rudo, mi señora Mor…— pero Ana rápido lo interrumpió.
—No, no, ese nombre no… ¡solo dime Ana o me enojaré!— gritó nerviosa.
—De acuerdo, su majestad Ana; y disculpe mi rudeza— continuó diciendo el muchacho mientras seguía arqueado en posición de respeto.
—Y tú, ¿quién eres, nefil?— preguntó la chica rubia mientras veía a Rodrigo.
—Yo soy la diosa Epona, ama y señora de los caballos, ¡así que háblame con respeto!— continuó.
—Yo… yo soy Rodrigo, mi señora. ¡Mucho gusto!— contestó nervioso Rodrigo mientras se inclinaba ante Epona.
—No te inclines ante ella, Rui. No hay nada de digno en ser ‘la señora de los caballos’— contestó divertida Ana.
—Es precisamente lo que le digo, es uno de los títulos más patéticos que pueden portar los dioses— agregó Anpiel mientras continuaba en su posición arqueada.
—¡Váyanse a la mierda todos!— respondió furiosa la chica rubia mientras hacía berrinches claramente. —¿Qué harían sin caballos?, díganme—
—Yo vuelo— dijo Ana.
—Yo también— agregó el malak.
—¡Jódanse todos!— respondió furiosa Epona mientras golpeaba con su pie el suelo.
Tania, entonces, se acercó a asomarse ya que estaba extrañada que no regresaban.
—¿Qué tanto alboroto tienen?— preguntó.
—Su majestad Tannit[4], mi nombre es Anpiel y hemos venido a buscarlas a ustedes dos para una misión especial bajo órdenes de nuestro gran rey y dios de todo el cosmos, El—
—Aquí llámame: ‘Tania’ solamente— respondió la diosa de cabellos de fuego.
—De acuerdo, su majestad Tania— continuó diciendo el ángel mientras no dejaba su posición arqueada.
—Anand y Tannit, ¿esos son sus verdaderos nombres?— pensó Rodrigo mientras continuaba viendo todo esto.
—¿Misión? Es cierto que mencionaste eso— respondió Ana.
—Pero no aquí— dijo Tania mientras movía su brazo para mostrar sus aposentos.
—Pasen por favor, mientras comemos queso, pan, y tomamos un vaso de vino casero— dijo.
—Espero que sea vino de Normandía de alta calidad— balbuceó Epona mientras seguía con su cara de puchero enojada y los cachetes inflados.
A Rodrigo le pareció muy linda.
—Como si en Britania[5] se tomara buen vino, ‘reina de los establos’— respondió de manera sarcástica Ana.
—Vete a cortar tréboles y emborracharte con cerveza, santa Patricia— le respondió aún con cara de puchero Epona.
Rodrigo estaba sorprendido.
—Eran así los dioses de infantiles o solo había conocido a un grupo de ellos con mente de adolescente— pensó.
Ya después de comer, Tania puso sus brazos sobre la mesa y juntó sus manos.
—Bien, ¿Qué servicios necesita nuestro señor El de nosotras?—
—Detener y arrestar al dios Loki[6]— dijo Anpiel mientras juntaba sus manos.
—Ese sí es un pez bastante gordo— respondió Ana sorprendida.
—No sé si ustedes sepan, pero el nuevo reino de Dinamarca, establecido en la tierra de Jutlandia[7], ha decidido abrazar el cristianismo. Esto fue posible gracias a que el dios Odín ha permitido a la religión entrar en sus territorios, firmando la paz con el reino de Lel— mencionó el malak.
—Oh, esas son buenas noticias para mi trabajo en Irlanda— dijo Ana.
—Sin embargo, Loki, quién se encontraba atrapado en una prisión, ha conseguido escapar; y usando sus habilidades, ha logrado infiltrarse en el mundo de los humanos. Ahora, está intentando crear una guerra civil entre el actual rey de Dinamarca, Harald Bluetooth[8], quien está propagando el cristianismo; y su hijo Sweyn Forkbeard[9], quien desea regresar a Dinamarca a la adoración de los dioses nórdicos— explicó el malak.
—Pero Jutlandia es una tierra sin ley para nosotros. ¿No debería Odín o Thor resolver estos problemas?— mencionó extrañada Tania.
—El dios Odín decidió tomar una postura pasiva al respecto. Él ha permitido propagar el cristianismo, pero tampoco está convencido en defenderlo— dijo el ángel.
—Sin embargo, nuestro Señor El busca proteger a aquellos cristianos que viven en esa región y defenderlos de la influencia de Loki. El dios Odín ha dado permiso de que nosotros podamos intervenir— prosiguió.
—Es decir, Odín desea ver de qué estamos hechos nosotros— agregó Epona.
—¿Y podremos solicitar nuestros totemas?— preguntó la diosa de fuego.
—No es necesario, ya que Loki es un dios renegado, y por ende, no debe portar ninguno según nuestras investigaciones— respondió Anpiel.
—De acuerdo — dijo Tania.
—Solo una cosa— agregó Ana. —Queremos llevar a esta misión también a este muchacho que nos acompaña—
—¿Él?, ¿Por qué?— preguntó con una voz de desprecio Epona.
—Recién descubrió que era un nefil, y participar en una misión así le podrá dar puntos de recomendación cuando lo llevemos a Lel— dijo la diosa pecosa.
—No veo ningún problema, solo reportaré a mis superiores en Lel al respecto— contestó Anpiel.
Rodrigo no entendía mucho de lo que hablaban. No sabía qué era Jutlandia o Dinamarca. Su poco conocimiento solo abarcaba en España y un poco en los reinos francos, pero no sabía más del mundo.
—Además, ¿no habían mencionado una palabra extraña: ‘totemas’? ¿Qué era eso?— pensó.
—Relájate Rui, todo saldrá bien— dijo Ana con voz tranquilizante y una sonrisa. —Esta misión te garantizará un buen futuro ante los ojos de El—
—Otra cosa— agregó Anpiel. —Según nuestras fuentes, el dios demonio, Loki, ha mencionado que quiere traer el Ragnarok[10] al mundo. Digo esto para que procedan con cuidado—
[1] Moderadamente alto en esa época
[2] Diosa de los caballos en la religión celta-romana.
[3] Diosa irlandesa de la guerra.
[4] Diosa principal de Cartago, antigua ciudad en el norte de África. Actualmente sus ruinas se encuentran en Túnez.
[5] Antiguo nombre de la isla británica.
[6] Dios malvado de la antigua religión nórdica.
[7] Nombre de la península en donde se encuentra actualmente Dinamarca.
[8] Histórico rey de Dinamarca, quién, además de considerarse el padre de dicha nación, introdujo el cristianismo a la región.
[9] Rey danés que sería recordado como el rey nórdico que conquistó Inglaterra. Padre de Canuto el Grande, uno de los reyes más importantes de dichos reinos.
[10] Fin del mundo en la mitología nórdica.