Anpiel les explicó a Tania, Ana y Rodrigo todo lo que sabía sobre Dinamarca y su rey.
Loki se había aparecido allá ya hacía un año, y había logrado envenenar la mente del príncipe Sweyn para provocar una guerra civil contra su padre, el rey Harald; quién había intentado propagar el cristianismo en los reinos nórdicos.
En estos momentos, Dinamarca estaba sumergida en dicha guerra civil. Dado que ese reino y los demás reinos nórdicos son zonas fuera de la jurisdicción de Lel, identificar dioses o malakim fugitivos en esas regiones era complicado. Y, aunque Odín había dado permiso de propagar el cristianismo en su pueblo, tampoco tenía la intención de evitar que se extinguiese. Para él, era una situación ganar-ganar si el cristianismo fracasaba, ya que se excusaría ante El de “respetar” la decisión de su gente.
Por esa razón, El había solicitado a Ana y Tania su apoyo para detener a Loki. Ambas diosas tenían un historial muy impresionante en el mundo de los dioses de ser increíblemente fuertes, por lo que un dios como Loki supondría poca amenaza para ellas.
Sin embargo, estaba también el asunto del Ragnarok; evento que había sido profetizado por los profetas nórdicos. Y que, supuestamente, el mismo Odín vislumbró al beber de la fuente de la sabiduría.
Se suponía que, en el final de los tiempos, Loki, quién estaba en prisión por asesinar al dios Balder[1], escaparía junto con sus tres hijos y atacarían Asgard, el reino de los dioses. En dicho evento, tanto Loki y sus hijos, como los dioses morirían; por lo que se consideraba el final de los tiempos. También se suponía el final del mundo, ya que el árbol Yggdrasil, la representación del universo nórdico, sería quemado completamente; incluyendo Midgard, el mundo de los humanos.
Los vikingos creían que, si morían luchando, se convertirían en Einherjer e irían al Valhalla[2], el salón de banquetes de los dioses, y ayudarían a Odín a luchar contra las fuerzas de Loki; por lo que la violencia de dichos reinos había incrementado exponencialmente.
Aunque Odín jamás lo había aceptado directamente, en Lel se creía que el dios supremo nórdico había estado movilizando a las valkirias, sus guardaespaldas personales, para incitar a los vikingos en atacar los reinos cristianos y destruir sus monasterios y pueblos. Después de todo, esta religión nórdica parecía solo un pretexto para obligar a sus guerreros a matar y causar el mayor daño posible; ya que la única forma que podían ir al Valhalla era morir luchando.
Odín tenía un antecedente de violencia anterior, incluso antes que Lel gobernara gran parte de Europa. En las épocas del imperio Romano, los dioses de Saturnia, es decir, los dioses romanos, se enfrentaron varias veces contra Odín y sus ejércitos, aunque su título en ese entonces no era Odín si no Wotan[3].
Pero cuando Lel se apoderó del Imperio Romano, las tropas de Odín fueron completamente derrotadas. Su pueblo, las tribus germánicas que habitaban Europa, se terminaron convirtiendo al cristianismo bajo supervisión de El; y se firmó un tratado de paz entre Lel y Asgard, un tratado de no intervención. Pero con las hordas vikingas arrasando Europa, era un hecho que esos tratados se habían roto.
Aun así, Odín jamás había admitido que dichas personas tuvieran razones “religiosas” para atacar los pueblos cristianos en Europa, e incluso el reino musulmán en España.
Por esa razón, Lel había logrado una victoria sobre Asgard en manos del emperador Otto I del nuevo reino creado, Römisches Reich. Con esto, Odín había aceptado unirse al conjunto de naciones fieles a Lel, y en teoría, la violencia religiosa debería ceder. Ya la violencia entre cristianos y entre musulmanes tenía poca importancia al reino de los dioses.
Por otro lado, las valkirias[4] de Odín bajaban constantemente a la tierra y continuaban incitando a los guerreros a atacar Europa. Aunque, cuando estas eran encontradas, eran fácilmente derrotadas; ya que una valkiria, que estaban en el rango de los malakim, no representaba un problema tan grande como el que fuese un dios movilizando dicho ejército.
Éstas jamás admitían ser enviadas por un poder superior, y siempre decían actuar por su propia cuenta; pero ahora no se trataba de simples valkirias, si no un dios, y uno bastante poderoso y temido.
Ana mencionó que ella había derrotado a varias valkirias que movilizaban vikingos en Irlanda, pero jamás había chocado cara a cara contra un dios; aunque consideraba que llegar a encontrar a Thor, el hijo más fuerte del rey de los dioses nórdicos, era una posibilidad latente.
El hecho que Loki fuese el oponente facilitaba las cosas, ya que el dios malvado no podría usar todo su potencial al ser un fugitivo. Pero si fuese el mismo Odín quien lo hubiera liberado, podría convertirse en un verdadero problema; algo que Tania consideró como una posibilidad, pero prefirió no expresarlo.
¿Por qué Odín liberaría a un enemigo y le daría poder para destruir el tratado de paz con Lel? No tenía sentido dicha teoría, pero todo el asunto sonaba extraño. Si Loki era un ente peligroso en el mundo nórdico, ¿No debería Odín o Thor capturarlo?
Y nuevamente el asunto del Ragnarok…
¿Acaso Odín y Thor temían por sus vidas, ya que estaban profetizados a morir en dicho combate?
¿Dioses tan valientes y aguerridos, escondidos como cobardes en Valhalla mientras Loki hacía de las suyas?
Sin lugar a duda había gato encerrado. Pero Tania prefirió disipar sus dudas y esperar que, con su poder y el de Ana, fuera suficiente para someter al dios nórdico. Eran órdenes y debía cumplirlas, esa era la única realidad.
—Bien, nos haremos de provisiones y partiremos pasado mañana— dijo Tania mientras se levantaba de la mesa.
—Siéntanse en casa— dijo mientras se retiraba. Su semblante era algo sombrío, pero pasó de desapercibido por los demás.
—Yo no quiero quedarme en esta cueva sucia y húmeda— dijo Epona de mal humor.
—Malak, ve al pueblo y réntame un buen cuarto allá— dijo mientras veía al ángel con mirada desafiante.
—En seguida buscaré un establo donde pueda quedarse, mi señora— dijo sarcásticamente el ángel.
—Bueno, si según los cristianos así nació Jesucristo, creo que un establo estará bien para ella— dijo Ana y empezó a carcajearse.
—Olvidas, puta, que YO sí puedo entrar a Lel libremente; no como ciertas pendejas que no pueden ni usar sus putos totemas cuando quieren— dijo furiosa la diosa de los caballos.
Rodrigo estaba sorprendido por el léxico de la chica rubia, hablaba como un campesino borracho. Aun así, le parecía fascinante.
—¿Necesitas ir a pastar para relajarte?— contestó desafiante Ana.
—Y tú, ¿picotear un puto cadáver? — se levantó furiosa Epona mientras golpeaba la mesa. Esta se rompió con su fuerza.
—Chicas, chicas, ya basta. Tómenlo con humor— dijo el ángel mientras se colocaba entre las dos diosas que estaban bastante molestas.
Rodrigo no lo había notado, pero en realidad tanto Ana como Epona se encontraban muy preocupadas por la misión, y eso hacía que cualquier cosa sacara lo peor de ellas.
—Nos iremos a una posada, nos vemos aquí pasado mañana para partir hacia Normandía— dijo el malak mientras sostenía a Epona para que no se soltara a los golpes con Ana.
—¡Gracias a El! Un puto minuto más aquí y me llenaría de hongos los pies y las manos— dijo Epona mientras apartaba las manos del ángel y se daba media vuelta dignamente.
—Las pezuñas, querrás decir— dijo Ana desafiante.
Epona bufó.
—No te enojes, Ana. Tienes una mirada tan hermosa como para que estés frunciendo el ceño— dijo Rodrigo con voz conciliadora mientras le tocaba el brazo.
Ana volteó a ver molesta a Rodrigo.
—¿No dije nada malo?— respondió preocupado Rodrigo, y en seguida le soltó el brazo.
—¡Perdón por tocarte!—
Ana cerró los ojos, suspiró y sonrió.
—Debes ser la única persona que me ha dicho que tengo una mirada bonita. Gracias— respondió Ana.
Epona y Anpiel salieron de la casa de Tania.
—Bueno, me iré a acostar también— dijo Rodrigo.
—Rui… espera. Quédate hoy conmigo— dijo Ana mientras miraba hacia abajo como con mirada perdida.
—¿Qué sucede?— preguntó Rodrigo.
—Nada… realmente, solo quédate hoy conmigo— respondió la diosa con el mismo semblante de preocupación.
Rodrigo se dio cuenta entonces que la misión la tenía preocupada. Eso explicaría que Tania se hubiera ido tan repentinamente.
El joven se sentó de nuevo en la silla mientras Ana continuaba mirando al vacío.
—Tania se molestará por romper su mesa, ¿no crees, Rui?— dijo Ana tratando de dibujar una sonrisa.
—¿Te preocupa la misión?— finalmente le preguntó Rodrigo.
—¿La misión? No, para nada…— dijo Ana mirando a Rodrigo con su continuo intento de sonreír.
— .. Bueno, solo un poco— continuó.
—Rui, si prefieres quedarte, hazlo. Creo que será más peligrosa de lo que creemos. Debo de ser honesta contigo y no me gustaría que te pasase algo— prosiguió Ana.
—Iré y las protegeré— respondió Rodrigo con mirada decidida.
—No sé cómo, pero haré lo posible por hacerlo. Tania me ayudó a salvar a los supervivientes de mi pueblo, y tú me ayudaste a superar mi dolor. Han sido maravillosas conmigo las dos—
—Gracias, Rui— dijo Ana.
Entonces ella se acercó y lo abrazó
Rodrigo, nerviosamente, le respondió el abrazo.
—Hace mucho tiempo pasé por una situación traumática también, y mi maestra me ayudó mucho; solo quería hacer lo mismo que ella hizo conmigo— dijo Ana cuando empezó Rodrigo a escuchar que estaba sollozando.
—Soy una diosa de la guerra y todos dicen que debo de ser un monstruo salvaje sin sentimientos— continuó Ana, —pero los tengo y a veces me siento muy débil por ello—
—Eres una bellísima persona… diosa— dijo Rodrigo mientras la continuaba abrazando.
—Solo tú piensas eso de mí porque no me conoces— respondió Ana.
—Conozco lo suficiente de ti para decirlo— respondió Rodrigo.
—Gracias, Rui. Ya me siento mejor— dijo Ana mientras recostaba su cabeza en el cuerpo de Rodrigo.
Ambos quedaron abrazados por un tiempo.
—Bien, creo que debemos irnos a dormir ya— dijo Ana mientras se soltaba de los brazos de Rodrigo.
—Hay que salir de compras y preparar todo lo del viaje— continuó.
—Sí, yo creo eso también— contestó Rodrigo.
Ana le dio un beso en la mejilla y se despidió de él.
Rodrigo se quedó pensativo en silencio.
[1] Hijo de Odín y un dios hermoso que se profetizó que moriría con un muérdago. Loki logró que fuera pinchado por dicho árbol engañando al dios Holder, el cuál era ciego.
[2] Mítica sala de banquetes de los dioses en la religión pagana nórdica. Los soldados que murieran combatiendo serían enviados aquí.
[3] Nombre del dios Odín en el panteón germánico. Las diferencias entre ambos panteones son tan sutiles que se consideran iguales. La religión germánica solamente es anterior a la nórdica.
[4] Grupo de mujeres guerreras que protegían a Odín y llevaban a los guerreros caídos a Valhalla.